La noche vestía estrellas y calles pobladas, algunos
niños corrían en dirección contraria a mi llamado. La risa invadía las charlas,
los pasos guiaban el andar expectante ante el encuentro.
Las noches repetían ese gusto a vino seco mezclado con
pasos de baile improvisados.
Ella, pensaba. El, se inundaba de problemas.
Sostenían la mirada ambos por segundos, pero se perdían
en las caras repetidas.
La luz estaba un poco más baja que días anteriores, la
música un poco más fuerte que esos mismos días.
Había viento.
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