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domingo, 18 de marzo de 2012

Dicotomía.

“Hiciste lo correcto, muy bien”, dijo.
 No. Me niego a la conformación de lo real, a la cancelación de las tentaciones, a la virtud de la racionalidad, a la no alimentación de las pasiones y deseos.
 En ese mismo instante soñé, el sueño más horrible que mi inconsciente haya creado, o mejor dicho que mis olvidos infantiles hayan creado para recordar el dolor perdido.
 El miedo a lo desconocido, a la ausencia, mantuvo en pausa mis preguntas.
 Son solo palabras pensaba mientras miraba viajar al mundo, mientras ensayaba como hacerlas, escuchando esa canción repetida.
 Angustia, no debería ser tan temida.
 No debería ser tan disfrazada con risas planas, con acciones cobardes, con segundos, minutos, horas, días, meses, años, VIDAS inventadas. Hay mucho más que el simple hecho de hacerse cargo. Estas dos últimas palabras son el crimen perfecto empapado de tristeza que alguien dice sabiendo la condena obligada que cumple.
 Me pregunto ¿no desean correr y abrazar el sol? ¿No desean gritar fuerte y romper un vaso?
 Lloré en el viaje sin vergüenza.
 Puede que desconozca algunas sensaciones, lo que hace más intenso vivir, pero manejo mi deseo y mi pulso. No cruzo bien la calle.


 Horas después del sueño se me cruzo tu fuego, tu calor, tu juego.
 Curiosidad- ilusión-deseo-fantasía-calor- direcciones-preguntas-distancia.
 Así podría ser la cadena de conexión entre mi despertar reciente y tu experiencia de dualidad.
 Cuando pude finalmente preguntar algo que ya sonaba a duda, pude elegir, pude pararme en la otra vereda de la cual siempre miré y nunca salude. Pude reconocer el devenir, las sensaciones, las perversiones continuas, tu letra.
 Inmediatamente pensé “amor-erotismo”, incluyendo los signos interrogatorios correspondientes.
 ¿Existe la no mezcla de esas sensaciones? Qué triste.
 Perderte de mirar sin dirección, de tocar sin límites, de crear sin tiempo, de experimentar infinitamente, de jugar en cada lugar, de explotar de amor bajo la manta de la seducción.
 No busques dos caminos alejados cuando tu deseo puede chocar esos mismos caminos y hacerlos uno infinitamente cubierto de placer.
 No duermas tapado de dudas.
 No camines de la mano por un reflejo.
 No beses en borrador.
 No dibujes en pieles mojadas sin punta.
 No repitas frases ni versos.
 No intentes explicarte tu tristeza y conformación.
 Cuando saltes el muro de las venas, cuando estrenes el corazón con erotismo, cuando el latido imite al mar y las hojas no te tapen más la vista, la credulidad quizás no exista más.
 Quizás el deseo tuyo y el del otro, que no es el mismo otro que fue ese día, mienta e invente, solo para tapar, para seguir tu juego de dudas.
Somos hoy, mañana no. Si en esa charla afirmaste como yo, corre, grita, búscame, huyamos.


 Esa tarde, bajo el ocaso fugaz y tres frazadas, bebimos nuestro mar.

jueves, 8 de marzo de 2012

Nota.

Raro-más-común.
Vos divido entre la causalidad
Buscando el efecto en un mar de agua
Recordando que la acción domina al sujeto
Idolatrando al objeto
Evitando la repetición en un acto
Sabiendo que el amor existe después de el amor
Común-más- raro




lunes, 5 de marzo de 2012

Luz verde.

Sin ánimos de perderme en la desconocida noche llegue, sabiendo que esas calles esconden algo que me intriga, algo que lleva a reconocer en lo más profundo de un sentido, que hay una conexión más que excitante, más que ilusoria.
Me senté, escuchando los tantos problemas de mi vieja amiga, le recordé algunos de esos consejos de los cuales nunca fui propietaria. Tomamos algo para que la noche sea más liviana y no nos delate.
Una hora más tarde, mientras ella fumaba un cigarrillo afuera, empezamos a hablar. Fueron tantos los temas que solo recuerdo tu mirada seductora y tu pregunta reiterada sobre mis rasgos.
Las palabras fueron miles, y los espacios y tiempos fueron eternos.
Debía volver, recordó mi parte responsable, quizás dormir con vos era la opción más seductora.
Buscamos notas y tintas para anclar otro encuentro, el único.
Una mezcla de sensaciones inundó mi respiración, era una manera aleatoria de reconocer la maravillosa existencia de los momentos. Sentir un hoy inmediato.
Las tintas tuvieron su encuentro, un dirección errónea aumento una ansiedad, que hasta unos 4 meses no aparecía. No extrañaba su regreso, es más, la detestaba a la hora de la cena.
Baje, te vi. Un  saludo cordial y un gracias por venir completaron la calle. No sé cuantas miradas originales tendrás pero si supe enseguida que te invadía la misma incertidumbre, en todo caso, era jugadora local, debía guiarte. Soy pésima como mapa.
Eras vos, casual, interesante, hasta que buscaste ese tema de las casualidades universales y sobre la veracidad de los signos.
¿Fumas? No.
Unimos los gustos en una copa de vino tinto, reconociendo en el mismo momento la textura exacta, el olor bordo, el sonido completo.
Fueron dos los momentos que recuerdo, el vino y el susurro de la misma estrofa de esa canción.
Nos perdimos bajo una melodía conjunta, con miradas, con palabras.
Tu latir era más lento que el mío, lo que notablemente marco la hora de tu partida.
Preferí no contestarte.
Necesite poner en palabras ese nudo, y nunca voy a olvidarte.
¿Por qué?
Porque  tu boleto solo de ida, marco la naturalidad de mi dormir.
Porque  tu fugaz perfume inundo de manera tal mi sentido que encontré la conexión con mi origen.
Porque tu energía, de la que hablaste casi toda la noche, me choco tan fuerte que la despedida fue una celebración.
Porque recordé la fundamentación de los encuentros más allá de 56 canciones y 6 copas de vino.


Ella sonrió, el también.