“Hiciste lo correcto, muy bien”, dijo.
No. Me niego a la conformación de lo real, a la cancelación de las tentaciones, a la virtud de la racionalidad, a la no alimentación de las pasiones y deseos.
En ese mismo instante soñé, el sueño más horrible que mi inconsciente haya creado, o mejor dicho que mis olvidos infantiles hayan creado para recordar el dolor perdido.
El miedo a lo desconocido, a la ausencia, mantuvo en pausa mis preguntas.
Son solo palabras pensaba mientras miraba viajar al mundo, mientras ensayaba como hacerlas, escuchando esa canción repetida.
Angustia, no debería ser tan temida.
No debería ser tan disfrazada con risas planas, con acciones cobardes, con segundos, minutos, horas, días, meses, años, VIDAS inventadas. Hay mucho más que el simple hecho de hacerse cargo. Estas dos últimas palabras son el crimen perfecto empapado de tristeza que alguien dice sabiendo la condena obligada que cumple.
Me pregunto ¿no desean correr y abrazar el sol? ¿No desean gritar fuerte y romper un vaso?
Lloré en el viaje sin vergüenza.
Puede que desconozca algunas sensaciones, lo que hace más intenso vivir, pero manejo mi deseo y mi pulso. No cruzo bien la calle.
Horas después del sueño se me cruzo tu fuego, tu calor, tu juego.
Curiosidad- ilusión-deseo-fantasía-calor- direcciones-preguntas-distancia.
Así podría ser la cadena de conexión entre mi despertar reciente y tu experiencia de dualidad.
Cuando pude finalmente preguntar algo que ya sonaba a duda, pude elegir, pude pararme en la otra vereda de la cual siempre miré y nunca salude. Pude reconocer el devenir, las sensaciones, las perversiones continuas, tu letra.
Inmediatamente pensé “amor-erotismo”, incluyendo los signos interrogatorios correspondientes.
¿Existe la no mezcla de esas sensaciones? Qué triste.
Perderte de mirar sin dirección, de tocar sin límites, de crear sin tiempo, de experimentar infinitamente, de jugar en cada lugar, de explotar de amor bajo la manta de la seducción.
No busques dos caminos alejados cuando tu deseo puede chocar esos mismos caminos y hacerlos uno infinitamente cubierto de placer.
No duermas tapado de dudas.
No camines de la mano por un reflejo.
No beses en borrador.
No dibujes en pieles mojadas sin punta.
No repitas frases ni versos.
No intentes explicarte tu tristeza y conformación.
Cuando saltes el muro de las venas, cuando estrenes el corazón con erotismo, cuando el latido imite al mar y las hojas no te tapen más la vista, la credulidad quizás no exista más.
Quizás el deseo tuyo y el del otro, que no es el mismo otro que fue ese día, mienta e invente, solo para tapar, para seguir tu juego de dudas.
Somos hoy, mañana no. Si en esa charla afirmaste como yo, corre, grita, búscame, huyamos.
Esa tarde, bajo el ocaso fugaz y tres frazadas, bebimos nuestro mar.
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