Un día de esos donde el sol estalla
Y las hojas bailan al compás del viento
Cerré los ojos un instante
Para desvestirme entera
Y recordarte plena.
Me encontré en tus brazos desnudos
Despeinada y sin sábanas.
Vos dormías, entre suspiros profundos.
Te observé tan solo un par de segundos
Suficientes para contemplarte, desvestirte y encontrarte.
Estabas ahí, en mis ojos cerrados
En mis manos y curvas inquietas
En mis días y noches eternas.
Me transformé en tus teclas blancas y negras
Para recordar lo suave y profundo
De tu tacto sobre ellas.
Me quedé un instante en esa melodía
Detenida en tiempo, no en espacio.
Es el movimiento de tu pecho al respirar, que me relaja
completa
Es tu boca dormida, que me invita a besarte
Tus caricias, que quiero acompañar
Y tus risas, que quiero soltar.
Es tu seducción, que se combina con la mía
Logrando la explosión perfecta de sentidos
La unión natural de palabras y canciones
Los latidos puros y concretos
El amor, tan bello y eterno.
Quería seguir con mis ojos cerrados al sol
Pero las bocinas y pedales del parque vecino
Me traían a la apertura visual.
Al llegar a ella, con mis pies descalzos y mi mano en
lápiz
Deje rodar los últimos renglones:
Para que tu imagen, real y entera, me invada de fantasía
Para que tu voz simple, me irrumpa de deseo
Para que el viento y las hojas completen el día
Y para que el sol me hable de vos.